Muy prudente y humilde, como siempre, Ferran te dedica el libro y te dice: “Léete solo los capítulos 5, 7 y 10, lo otro es un rollo…” y te los señala con el boli que le has dejado para que estampe su cariñosa dedicatoria ante tu atónita mirada.  De carácter rebelde e inquieto, en cuánto a letras se refiere, no le hice caso alguno e hice bien, el libro se lee de principio a fin, porque, aunque, en algunos pasajes se trate el tema de forma muy técnica, Ferran consigue desmitificar y desdramatizar los tecnicismos para hacerte llegar su amor por la comida y el vino. Me recordó aquella frase de la película “Ratatouille” y de su chef Gusteau “cualquiera puede cocinar”, pues bien Ferran te enseña, te aconseja, te guía, te hace cómplice…para que te lances con él al mundo del vino, al mundo del maridaje, y disfrutes con él y con ello.

Se ayuda de su parte freak (muy celebrada por el que escribe), las citas cinéfilas, deportivas, literarias van apareciendo y desapareciendo, como tal Guadiana, a lo largo del libro, haciéndolo ameno y cercano. Al igual que la maquetación del mismo, bien cuidada, con fotos y gráficos que acompañan el relato, en esa especia de “Vuelta al mundo en Ochenta Días” que el autor hace buscando la quintaesencia del maridaje perfecto que, de otra parte, no existe según se puede leer en palabras de Jancis Robinson “estaríamos enviando un mensaje erróneo si dijéramos que encontrar el maridaje perfecto es algo terriblemente importante, y que, si no lo consigues, algo saldrá mal. Nada saldrá mal si solo comes lo que quieres y bebes lo que te apetezca.”

Y aquí hemos llegado a la quintaesencia de la obra, el hacerte disfrutar de la comida que te gusta con un buen vino, y con una buena compañía, y en un bonito lugar, y en un día que las cosas te han salido bien, y en un momento histórico determinado (encontrar el amor, haber visto ganar a tu equipo de futbol contra el máximo rival, reencontrarte con la amistad), ese es el maridaje perfecto, seguramente no definitivo, pero sí el mejor del mundo en ese preciso momento que no se repetirá.

Alerta: mientras te sumerges en la obra te entran irremediables ganas de probar los vinos de los que habla Ferran, ir a los restaurantes de referencia que nos comenta…es de una pasión enfermiza, contagiosa e irresistible, porque si algo rezuma esta obra, es amor, amor por una pasión, por una profesión, por una vida.

by Andreu Miquel